A1.200 metros de altitud, el monasterio de San Juan de la Peña está escondido al borde de un bosque, bajo una enorme roca. La arquitectura, en parte troglodita, de este monumento, es única en los Pirineos. Fundado en 920, este pequeño monasterio se convirtió, más tarde, en Panteón real para la corona de Aragón y sus nobles.

 

Hoy es un lugar de paso ineludible para los peregrinos del Camino de Santiago. A pesar del paso del tiempo, este increible monasterio ha conservado su soberbio claustro. Se accede por una puerta mozárabe sobre la que se ve una inscripción en latín que advierte al visitante: 'la puerta del cielo se abre, para cruzarla, a todos los fieles que se esfuercen en unir a la fe, Ios mandamientos de Dios´. Y el lugar parece, efectivamente, la idea que podamos tener del paraíso. Enganchado al acantilado que le da tanto un techo como una protección insólita, suspendido por encima del valle, es testigo de una perfecta armonía entre el Hombre y la Naturaleza, que invita a un viaje onírico la sombra de los capiteles esculpidos, para soñar. Entonces, uno aprovecha el momento para sentarse a pasar la vida.